domingo, junio 8

Supongo que ya se habrán dado cuenta de que somos un país muy aficionado a las ejecuciones públicas. Durante la Inquisición, esa institución ideada en el siglo XV por los Reyes Católicos para imponer la ortodoxia católica en sus reinos, la gente caía como chinches. Bastaba la más mínima sospecha de que un individuo no cumpliera con todos los preceptos exigidos, para que fuera prendido (literal pues se les quemaba) en la plaza del pueblo. Un espectáculo que el vulgo contemplaba con deleite. No sé muy bien si por estar de acuerdo con el fundamentalismo real o por haberse librado de tal atrocidad.

El caso es que asisto estupefacta a una tendencia en los medios de comunicación en la que “o estás conmigo o contra mí”. Es decir, o dices lo que se espera de ti o promuevo una campaña de desprestigio contra ti y te hundo la reputación que te has labrado durante años.

Me estoy refiriendo, naturalmente, a Melody, una mujer que trabaja desde que era pequeña, que ha hecho todo lo posible por sacar adelante un tema (bastante simplón, en mi opinión) en un concurso en el que los países amigos se unen para ganarlo. Una mujer que, después de pegarse una paliza durante meses para dejar a su país en un lugar decente en la clasificación, consigue solo un tercer lugar empezando por detrás.

Pónganse en su lugar… ¿No huirían ustedes también a refugiarse en los cálidos abrazos de su familia y en las sonrisas inocentes de su bebé? ¿Era necesario cuestionar su desaparición de la escena mediática o poner en duda el estado emocional de esta mujer, después de haber quedado a la cola sin esperarlo y delante de su propio país y de toda Europa? ¿Hacía falta hacer sangre? ¿De verdad?

Desde la rueda de prensa junto a los altos mandos de RTVE, Melody ha sido juzgada, ridiculizada y masacrada. Me viene a la memoria una frase que, según la propia Massiel, le dijo su padre cuando fue a representarnos en el festival de Eurovisión de 1968 (que ganó): “si ganas, te matan. Pero si no ganas, te machacan”.

A Melody la están machacando. No solo por no ganar, sino porque la prensa cainita le ha puesto contra la espada y la pared obligándola a ponerse a favor de Palestina.

Miren ustedes, yo estoy en esa edad en que, si no digo lo que pienso, me salen subtítulos en la frente.

Conocí a Melody porque trabajé con ella en un programa de Mediaset (cuyo título no digo por si me montan el lío al mencionarlo sin permiso) y puedo asegurarles que es una mujer de lo más cariñosa, respetuosa y divertida. Es de esas “estrellas” (con todo el brillo) que llega a un plató y saluda a todo “pichipata”. Da igual si son jefes o el último mono (como yo).

Con esto pretendo decir que hundirla es sencillo y eso es lo que han intentado los periodistas que se ponen la kufiya (el pañuelo palestino) como si fuera un mantón de Manila. La han obligado a pronunciarse contra Israel por la matanza de inocentes en la franja de Gaza. Ojo, no estoy dando mi opinión al respecto. Estoy diciendo que no hay por qué poner a una artista contra la espada y la pared. La misión de estos profesionales es distraernos y darnos alegría con su música. Con el debido respeto y distancia, son como los bufones de la Edad Media que distraían a la corte real sin tomar partido a favor ni en contra de las campañas bélicas de los reyes a quienes servían.

Lo que me da más rabia es que esos mismos que lucen el pañuelo palestino, no se acuerdan de las masacres de cristianos y Yazidíes en Irak y Siria. O de la tortura y matanza en Sudán de personas no árabes. Atrocidades que suceden hoy en día. No sé… ¿Unos muertos valen más que otros? ¿O depende de la procedencia u origen de los asesinos?

Melody, querida, si me permites un consejo que no me has pedido, si yo fuera tú, me estaría quieta y callada hasta que pase la tempestad y las jaurías de la prensa huelan la sangre de otra víctima.

Compañeros de la prensa (solo a ese grupo de “bienquedas” según la moda informativa) desde el cariño y el respeto: “Idos a cagar”.

Imagen ilustrativa creada con IA

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