Grand Prix del verano
¡Ya llegó! ¡Ya está aquí lo que más me gusta a mí!
Así empieza la sintonía del veterano programa de RTVE, “El Grand Prix del verano”.
Pues sí. Vuelve gracias a la paciencia y la constancia de su productor, Carlo Boserman, un maestro de la televisión que se ha empeñado año tras años, en convencer a la tele de que la gente tiene ganas de Grand Prix. Hasta que lo ha conseguido.
Yo tengo el enorme privilegio de formar parte del equipo de guion. Desde aquellas primeras ediciones de los años 90, el programa ha cambiado (como hemos cambiado todos). No hay ballet, las pruebas son diferentes (menos los clásicos troncos locos, los bolos o la patata caliente), las copresentadoras van variando (este año tenemos la suerte de contar con las maravillosas Lalachus y Ángela Fernández) y el bueno de Ramón García, Ramontxu, ha encanecido, como yo. Pero dejen que le cuente que el abrazo entre ambos fue enorme. Nos miramos como se miran los viejos amigos que se reencuentran después de haber librado cien batallas. La complicidad es mayor que hace años, y las risas, pero, les aseguro, que las ganas de hacerlo bien para que lo disfruten quienes ven el programa en las ciudades, los pueblos o la playa, son las mismas. O más.
Cuando empezamos a trabajar en este programa no éramos conscientes de la trascendencia que iba a tener en las siguientes generaciones de críos y crías. Los concursantes que participan, lo hacen con ganas, alegría, ilusión y un puntito de nostalgia. Nos lo cuentan. Solían ver el programa con sus abuelos y abuelas. Muchos de ellos ya no están. Eso convierte las grabaciones en un silencioso recuerdo para ellos.
Permitan que les haga una sugerencia: si pueden, vean el Grand Prix con sus hijos o nietos. De alguna manera estarán dejando en su memoria momentos que recordarán toda su vida adulta. ¡Palabra de guionista! Ya saben lo que dice la sintonía: “el programa del abuelo y del niño” (y de la abuela y de la niña).
¡Les deseo un buen verano y unas felices vacaciones!
