La situación en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas ha alcanzado un punto crítico. Desde hace meses, sus terminales se han transformado en un refugio improvisado para cientos de personas sin hogar, muchas de ellas solicitantes de asilo o migrantes recién llegados. Ante la falta de recursos y coordinación, el espacio aeroportuario se ha convertido en símbolo del abandono institucional.
El Ayuntamiento de Madrid ha propuesto una batería de medidas para afrontar esta crisis humanitaria: agilizar los trámites de asilo, establecer atención social permanente en el aeropuerto y realizar un censo exhaustivo de los alojados. Sin embargo, estas iniciativas siguen sin concretarse.
Han pasado ya tres meses desde que estalló el conflicto entre administraciones. Todo comenzó con la denuncia de Aena sobre la “creciente inseguridad e insalubridad en las instalaciones”, una situación que ponía en entredicho la funcionalidad del aeropuerto y la dignidad de sus ocupantes. Desde entonces, el cruce de acusaciones ha sustituido a las soluciones.
La semana pasada, Aena exigió al consistorio que “retirase” a las personas sin hogar de las terminales y comenzó a restringir los accesos durante la noche, permitiendo la entrada únicamente a pasajeros con tarjeta de embarque, trabajadores y acompañantes. La respuesta de Almeida no se hizo esperar: calificó la petición de Aena como un intento de “fumigar las terminales”, y reafirmó que su gobierno no aceptará medidas que traten a los más vulnerables como un problema logístico.
Mientras tanto, las personas afectadas —de las que aún no se tiene un censo preciso— siguen sin saber cuál será su destino. Las promesas de atención social y derivación a centros de acogida chocan con la saturación de los servicios municipales y la falta de respuesta del Estado central.
Un plan con tres pilares… pero sin ejecución
En la actualidad, el plan del Ayuntamiento de Madrid y su delegado de Políticas Sociales, José Fernández, para abordar la crisis de Barajas gira en torno a tres pilares discutidos desde febrero en mesas técnicas con representantes de la Subdelegación del Gobierno y Aena.
El primero: descolapsar la red de acogida de solicitantes de asilo en los centros municipales de emergencia. Según el alcalde, hay más de 200 personas esperando asilo actualmente. Madrid cuenta con tres recursos para este perfil:
- El centro de emergencia temporal Las Caracolas, con 120 plazas,
- El centro de acogida Mejía Lequerica, con 134 plazas para familias,
- Y el centro de acogida Vivero, con 126 plazas para hombres.
Los tres se encuentran al 100% de ocupación.
Ante este colapso, el Consistorio envió el pasado viernes un requerimiento a los Ministerios del Interior y de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, exigiendo que se descongestione la salida de solicitantes de asilo en el plazo máximo de un mes. De lo contrario, Madrid acudirá a la vía judicial.
El objetivo es liberar plazas para que puedan ser ocupadas temporalmente por quienes hoy pernoctan en la T4. De hecho, el delegado José Fernández ha señalado que de los 106 usuarios atendidos por el Samur Social en Barajas, 12 ya han sido trasladados a centros de acogida gracias a la liberación de espacios.
Según datos del Ministerio del Interior, entre el 1 de enero y el 30 de abril de 2025 se han tramitado 14.906 solicitudes de asiloen Madrid, de un total de 51.389 a nivel nacional. A pesar de este esfuerzo administrativo, los tiempos de espera siguen siendo largos y las soluciones, insuficientes.
Por su parte, la portavoz socialista en el Ayuntamiento, Reyes Maroto, ha planteado este lunes una propuesta que, a su juicio, podría ofrecer una solución inmediata al problema. Según ha explicado, si el Consistorio reabriera los recursos habilitados durante la campaña del frío —actualmente cerrados—, podrían utilizarse para ofrecer alojamiento a las personas que hoy duermen en el aeropuerto de Barajas. Maroto ha estimado en 430 las plazas disponibles en estos dispositivos y ha pedido que se evite judicializar el conflicto, subrayando que se trata de una situación que debe afrontarse “desde los derechos humanos y la dignidad de las personas”.
El tiempo corre, y la dignidad también cuenta
Barajas, el principal aeropuerto de la capital, se ha convertido en una metáfora viva de la descoordinación entre administraciones y de la precariedad con la que se gestiona la acogida en uno de los puntos de entrada más importantes de Europa.
En medio del cruce político, lo único que permanece intacto es la incertidumbre de quienes cada noche siguen durmiendo sobre el frío suelo de las terminales.